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Carisma y espiritualidad

Un carisma es un regalo del Espíritu. Existen muchos carismas en la Iglesia, y cada uno presta especial atención a un aspecto particular de la vida de Jesús. Esto es una riqueza, porque todos los carismas, puestos al servicio de los demás, hacen que en la Iglesia brille con fuerza el Misterio de Cristo con sus distintos matices.

«En el lenguaje común, cuando se habla de “carisma”, se entiende a menudo un talento, una habilidad natural. Se dice, “esta persona tiene un carisma especial para enseñar, tiene talento”.  Así, frente a una persona particularmente brillante y atractiva, se dice: “Es una persona carismática”. ¿Qué significa? No lo sé, pero es carismática. Y así decimos, no sabemos qué decimos, pero decimos “es carismática”. En la perspectiva cristiana, sin embargo, el carisma es mucho más que una cualidad personal, que una predisposición de la que se puede estar dotado: el carisma es una gracia, un don concedido por Dios Padre, a través de la acción del Espíritu Santo. Y es un don que es dado a alguien no porque sea mejor que los otros o porque se lo ha merecido: es un regalo que Dios le hace, para que con la misma gratuidad y el mismo amor  lo pueda poner al servicio de toda la comunidad, para el bien de todos» (Papa Francisco, Catequesis 1 de octubre de 2014).

Los niños de la RIE han sido llamados a vivir el carisma que recibió san Manuel González; se trata de un carisma eucarístico-reparador:

Eucarístico-Reparador, por tener como centro la Eucaristía, en la que se nos comunica el amor del Señor,  un amor que no conoce medida. La RIE tiene como misión eucaristizar, es decir, acercar a los hombres a la Eucaristía, para que vivan de la Vida que de ahí brota. Es una forma de vivir, de ser y actuar en el mundo con las actitudes de Jesús en la Eucaristía.

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